Lecciones que nos da un #simbionte. Venom. Podemos aprender también en el cine, con nuestros hijos, un sábado por la tarde. Por supuesto.
Con lo que a cada uno de nosotros nos haya tocado en la tómbola de la vida (cada cual lo sabe), ya sean extrasístoles, palpitaciones, taquicardias, somatizaciones varias, molestias crónicas, o cualquiera de nuestras circunstancias, ¡no reprimamos el impulso de volar!
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Siempre hay elección. Siempre. Tenemos la capacidad y la potestad de elegir. Somos la mente pensante de los pensamientos que crearán nuestros resultados.
Y algunas veces, o muchas, elegiremos la emoción negativa, porque es lo que nos parece apropiado. Quizás después de un día en el que hemos notado permanentemente palpitaciones, extrasístoles aisladas o en salvas, o incluso hemos identificado las rachas bigeminadas o trigeminadas, desde que hemos abierto los ojos, hasta que los hemos cerrado (¡si es que los hemos cerrado en algún momento!) no queramos pensar que ha sido el mejor día de nuestra vida.
Y eso no implica que tengamos que actuar desde esa emoción. No tenemos que permitir que el miedo, o la frustración que sentimos ante las extrasístoles, sea lo que mueva y dirija toda nuestra vida.
Podemos simplemente, dejar que el miedo o la frustración pasen, y aprender a procesar la emoción.
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Cerrad los ojos por un momento, respirad, e id a vuestro interior para contestar a la pregunta: – ¿Qué es lo que quieres hacer?
¿Y por qué no lo estamos haciendo? La respuesta es siempre: por nuestros valores actuales.
Alguien decía que lo que quería, era viajar por el mundo. Y no lo hacía, porque tenía hijos. En este momento, sus valores son su familia.
La principal fuente de sufrimiento para muchos de nosotros, es el conflicto que existe entre lo que nos gustaría estar haciendo, y lo que en realidad, estamos haciendo.
Sin embargo, en el momento en el que somos capaces de hacer las paces con el hecho de que la razón por la que estamos donde estamos, son nuestros valores actuales, volvemos a respirar, y volvemos a crear espacio para soñar.
¿Cuál es tu -por qué- en este momento? ¿Qué guardas en tu corazón?
Y, si estamos preparados y queremos hacer el cambio, tenemos que estar listos para romper el status quo. Ésta es la clave para ir desde donde estamos, hacia donde queremos ir. Cambiar estos valores, supone romperlos. Dejar atrás las creencias que hemos heredado y que nos han acompañado.
Cuando tenemos el coraje de ser fieles a nuestros deseos y valores, ofrecemos al mundo lo mejor de nosotros.
Pero no seremos más felices en la otra orilla, al llegar a la tierra prometida. No hay camino sin lucha. En vez de –elige tus valores-, deberíamos decir: –elige tus problemas-.
La vida nos da la oportunidad de elegir lo que queremos. Quizás ser auténtico, en vez de encajar.
Algunos, tal vez pensemos: –no sé lo que quiero-. Quizás estemos en esa fase de descubrimiento y experimentación. Y está bien. Creemos que el cambio tiene que ocurrir ya. Pero no es así. Ni ahora, ni en los próximos meses o años. Serviría con variar ligeramente la trayectoria.
– Creo que quiero algo diferente de lo que me han dicho que se supone que tengo que querer– no es algo fácil.
A veces, las extrasístoles, palpitaciones, somatizaciones varias y la ansiedad generalizada, son un grito de nuestro cuerpo para que nos prestemos atención.
En mi cumpleaños, como muchos ya sabéis, suelo volverme más filosófica de lo normal. Creo que ocurre desde que mi Padrino, cuando cumplía 9, llamó mi atención sobre el hecho de que ya nunca volvería a tener un cumpleaños… de una cifra. Por cierto, la lista negra quedó atrás, sí, quizás algunos os lo estéis preguntando.
En este cumpleaños, la reflexión versa sobre nuestro yo futuro.
¿Habeis visto la película -The Kid-? Con Bruce Willis como protagonista. Volví a verla con mis hijos hace poco, porque recordaba haberme partido de risa con mis hermanos en el cine del puerto de Alicante. Panoramix, creo que se llama. Y sin embargo, esta vez, no pude contener las lágrimas, cuando el Bruce Willis del futuro, canoso, sabio, tranquilo, y con un brillo especial en la mirada, visita al Bruce Willis del presente, caótico y perdido, para darle un mensaje de esperanza.
Tú traes la magia, tú traes la sabiduría. Tú tienes todas las respuestas.
No es lo que tu versión del futuro sabe, sino lo que ella siente. Podríamos preguntarle: – ¿Qué es lo que quieres que yo sepa de forma irremediable? ¿Qué tienes que contarme con respecto a las extrasístoles? ¿Y sobre la vida?
Y la palabra clave en este caso, es EMOCIÓN. Esa emoción, la que sea que a cada uno de nosotros nos remueve y nos mueve. Y como todas la emociones, a nuestra disposición, en cualquier momento.
A mí, puede que me dijera: – Calm the hell down! ¡Demasiada energía! Y sería hasta gracioso.
¿No os morís de ganas de conocer a esa persona? Y no tiene nada que ver con lo que hacemos, sino con aquello en lo que nos convertimos. Somos ella. Y ella no existe sin nosotros, en lo mejor y en lo peor.
Y no hace falta que veamos toda la carretera, con tener luz sobre los próximos 500 metros es suficiente.
Éste es un post para todos los perfeccionistas, que se quedan paralizados, esperando a que todo esté como a ellos les gusta para mostrarlo al mundo, o para compartirlo. Con o sin extrasístoles. Y para todos los que al final, no hacen nada.
Traed vuestra versión de 5. Un aprobado es más que suficiente. Si esto es lo que has querido toda tu vida. ¿Por qué no disfrutarlo?
— No voy a poder hacerlo lo mejor que sé –, resulta ser un pensamiento venenoso.
Sin embargo: — Voy a cambiar el mundo, haciéndolo lo mejor que sé, con mi versión de 5 –, puede sernos muy útil. –Puedo hacerlo, aunque las palpitaciones, taquicardias o extrasístoles o arritmias me acompañen–.
Simplemente, explorar mentalmente a ese pensamiento y quedaos allí, haced aquello que tenéis planeado, disfrutad del viaje, y quered a la gente.
Se nos olvida que lo que pretendemos construir, no es por nosotros, sino por y para los demás.
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Gran parte de nosotros relacionamos las extrasístoles con momentos en los que sentimos fuertes emociones. Lo hemos experimentado de esta manera. Unas veces, emociones del espectro de la ansiedad o del miedo (y no sólo extrasístoles o palpitaciones, también taquicardias o episodios arrítmicos); otras, de la familia de la desolación. Incluso algunos, las referimos cuando nos hemos sentido increíblemente felices.
Si estamos discutiendo con alguien, y queremos terminar con la pelea, la forma de hacerlo, no es intentar llegar a un acuerdo, a un punto de encuentro entre ambas posturas, como quizás nos parezca lo más lógico.
La mejor y la manera más rápida, es responsabilizarnos por todo. Podemos decir, simplemente: me hago responsable de todo, lo siento, te quiero, eso es todo lo que me importa, y haré lo posible para que esto no vuelva a ocurrir.
Es precisamente lo que más nos va a costar articular en el momento, y sin embargo, es lo que nos hará totalmente libres.
La otra persona puede que se sorprenda. Quizás nos haya increpado diciéndonos: – Estoy enfadado contigo. Y nuestra respuesta podría ser: – Cuéntamelo todo. Cuánto lo siento.
Sabemos que nosotros no hemos creado la experiencia de la otra persona (sus pensamientos lo hacen, siempre, a estas alturas, nos queda claro a todos), pero igualmente podemos decirle que lo sentimos. Y la pelea se acaba, irremediablemente.
El problema está en la parte de nosotros que quiere justificarse y tener razón. Sólo tenemos que renunciar a ello.
Y ya para nota, podemos preguntarnos qué pasaría si decidiéramos terminar nuestra propia pelea personal con las extrasístoles de esta manera.
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Entramos en el último cuarto de 2021. A final de este año, quiero estar cansada. Pero, quiero cansancio del bueno.
Quiero pensar que he estado a la altura. Que no he dejado la partida a medias. Quiero fracasar todas las veces que haga falta. Quiero pensar que he fracasado dándolo todo, y lo mejor de mí. Y sentirme orgullosa de ello.
Y, decir que al menos, lo he intentado, con todas mis fuerzas. Actuando así, pueden pasar dos cosas: que consiga lo que me he propuesto, o que fracase estrepitosamente.
Pero lo que no voy a hacer es abandonar, alejándome despacio de aquello que quiero lograr.
¡Mejor soñar a lo grande! De esta manera, pase lo que pase, habremos aprendido y nos habremos beneficiado enormemente.
Cuando nos damos permiso para proponernos un objetivo que nos parece imposible, también tenemos que darnos permiso para no decepcionarnos nunca.
El propósito de cualquier logro es evolucionar hacia nuestra siguiente versión.
La vida seguirá siendo 50% de emoción positiva y 50% de emoción negativa.
No vamos a ser más felices cuando consigamos lo que anhelamos. Cuando lleguemos allí, la vida seguirá siendo lo que es.
Cuando nos entregamos en relaciones auténticas, sin miedo a mostrarnos como realmente somos, dispuestos a querer y a dar lo mejor de nosotros mismos, sabemos y reconocemos que nos embarcamos en una aventura en la que podemos terminar con el corazón roto. Y aún así, estamos dispuestos al 100%.
¿Queremos arriesgarnos a experimentar desilusión por la oportunidad de tener esas relaciones especiales en nuestra vida?
En mi caso, la respuesta es siempre un SÍ en mayúsculas, porque ellas enriquecen mi vida y mi mundo.
¿Y cuál es la alternativa? ¿Quedarnos en casa solos y protegernos? Protegernos, ¿de qué?
¿Queremos creer que es posible encontrar esas amistades cómplices, donde la magia existe?
No dejéis de intentar encontrarlas, porque haya riesgos asociados; hacedlo precisamente porque los hay. Es lo que nos hace fuertes y nos ayuda a evolucionar.
Y tanto si lo conseguimos, como si no, lo importante es el viaje. Y siempre tendremos muchas historias que contar.
Por muchos más conciertos con vosotras, entre luces y magia.
No hay decisiones buenas o malas. Simplemente son NUESTRAS decisiones.
Cuando tomamos una decisión con la que el resto del mundo no está de acuerdo, tenemos que mantenernos firmes en nuestra propia verdad, y en lo que supone estar en integridad con nuestra persona y con nuestra conciencia.
Porque cuando tomamos las decisiones que los demás quieren que tomemos, en contra de nuestros propios deseos y emociones, en última instancia somos NOSOTROS los que vamos a vivir con ello cada día de nuestra vida.
Allí estaremos nosotros, absolutamente solos, eso sí, con la inestabilidad que supone el no haber querido escuchar nuestra propia sabiduría.
No necesitas hacer nada de manera diferente, ni ser distinto, para que te quieran más.
¿Por qué?
Porque el hecho de que te quieran, no versa sobre ti. Todo queda en manos (mejor dicho, en los pensamientos) de la persona que te quiere. Es su capacidad de querer, y no al contrario, tu capacidad para ser querido.
Si alguien, en algún momento, no te quiso, fue porque no pudo o no supo hacerlo. Tu capacidad de ser amado es absoluta. Si tú no quieres a alguien, es algo que tiene que ver contigo, y no con la otra persona.
Nunca te culpes por el hecho de que alguien no te quiera.
Y lo mismo ocurre cuando alguien te quiere a morir. Es un indicador del amor de la otra persona. No tiene nada que ver contigo. Tu capacidad de ser querido es tan grande, como la habilidad que tenga el otro de hacerlo. Lo único que puede cambiar cuánto te quiere alguien, es su propia decisión y capacidad de amar.
Relájate, pues. Tu capacidad de ser amado es infinita. Siempre lo ha sido.