En lo que respecta a las extrasístoles, se trata de aprender a bailar bajo la lluvia.
Pensamos que -tenemos que curarnos-, que tienen que desparecer, que el médico de cabecera o el cardiólogo tiene que darnos algún tipo de remedio o medicación para que nuestro corazón deje de dar esos brincos locos de patrón irregular que nos llevan de cráneo… en definitiva, que la tormenta debe amainar, y sí, lo hará, pero no hasta que hayamos aprendido a bailar bajo la lluvia.
Y esto quiere decir aprender a estar tranquilos sintiendo extrasístoles a todas horas, día y noche, siendo capaces de continuar con nuestras vidas funcionando y a pleno rendimiento.
Antes de que el temporal que se está produciendo en el exterior, cese, debemos hacer el trabajo de controlar nuestra tormenta interna. Cuando en nuestro interior, las cosas se relajen, veremos el reflejo en el exterior, y las extrasístoles, también lo harán.
Llegar a esa paz es nuestro cometido. Y debemos buscarla sin prisa, aceptando la situación (que hoy por hoy es la que es, con extrasístoles e inmersos en profundas emociones de miedo y tristeza), soltando, intentando dejar de controlarlo todo y en especial nuestro cuerpo, nuestras sensaciones físicas y nuestras emociones en curso, haciendo lo que tenemos que hacer en cada momento sin que nuestra mente nos robe el presente y se escape hacia potenciales futuros catastrofistas en los que las extrasístoles nos terminan matando o sumiendo en una profunda depresión.
Éste es el camino, ocuparnos ahora de poner en nuestra mente los pensamientos que nos van a ayudar a construir poco a poco, y paso a paso, sin preocuparnos por el resultado final, que llegará sólo, y será un éxito seguro.
