Existen dos tipos de preocupaciones: las que se refieren a eventos reales, y las que versan sobre acontecimientos hipotéticos.
Podemos resumirlo en la conocida cita de Shantideva:
– Si puedes solucionar tu problema, ¿qué necesidad hay de preocuparse?
Y si no puedes solucionarlo, ¿qué utilidad tiene preocuparse?
Distinguir el tipo de preocupación frente a la que nos encontramos es importante.
En el primer caso, podemos centrarnos en solucionar el problema, más que en preocuparnos.
En el segundo (normalmente situado en un futuro lejano, y resultando bastante improbable), nuestro trabajo estará en investigar y confrontar la -horrible verdad- que pensamos que yace en el corazón de nuestra preocupación.
No siempre es fácil, especialmente cuando nos encontramos atrapados en las redes de la preocupación y luchamos por tener acceso a la sabiduría que nos ayude a distinguirlas.
Para complicar más las cosas, hay veces que nuestra preocupación tiene ambas componentes, real e imaginaria. Pero merece la pena esforzarnos en diferenciarlas, puesto que el enfoque preciso será distinto.
La preocupación tiende a usar un telescopio hacia el futuro, de manera que un evento real evoluciona hacia uno hipotético o imaginario.
Veamos algunos ejemplos.
Puede que nos resulten hasta cómicos, aunque más de uno nos sonreiremos al reconocernos en situaciones parecidas.
– Tengo que recoger a mi pareja en el aeropuerto y me preocupa cómo llegar hasta allí. Después de sacar el telescopio, me preocupa que pueda haber un atentado terrorista.
– Mi madre llega tarde del trabajo y me preocupo porque tengo entradas para ir al cine. Tras usar el telescopio, temo que haya sufrido un accidente de coche.
– Tengo fiebre y me preocupo porque me encuentro fatal. El telescopio me traslada a un escenario en el que muero de covid sola.
– He perdido mi contraseña de banca por internet y me preocupo porque no tengo acceso al dinero. Con el telescopio veo cómo me han hackeado la cuenta y desplumado.
– Mi vecino es ruidoso, y me preocupa no poder descansar. Con el telescopio mi piso queda devaluado y nadie querrá comprarlo nunca. Tendré que quedarme allí siempre.
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