Llevábamos dos sesiones hablando de sus extrasístoles, y en la tercera, se dio cuenta de que las extrasístoles no eran el problema. Me contaba que de pronto, había entendido que antes de las extrasístoles había otro motivo de obsesión, preocupación y miedo, y estaba viendo asomar la cabeza y aproximarse el siguiente tema que iba a tomar el relevo a las temidas extrasístoles (por cierto, no tan temidas ya, no me volvió a hablar de ellas).
Con esta revelación, llegaron nuevas emociones que procesar, por supuesto. Poco a poco vamos quitando capas, vamos tirando del hilo y llegando a donde tenemos que llegar para conocernos mejor a nosotros mismos, para aprender lo que hemos venido a aprender y para convertirnos en personas un poco más sabias.
No es casualidad que estés leyendo estas líneas. Si tienes extrasístoles, apúntate a mi lista de correo.
