EXTRASÍSTOLES DE LUZ

Me las imagino como pequeños impulsos eléctricos que a mis ojos se verían como un chispazo de luz que sale del corazón.

La luz para mí es vida. Es movimiento, es calor, es lo que representa todo lo bueno de la polaridad que al otro lado dejaría la oscuridad. Sin quitar importancia ni valor a la oscuridad, que también resulta necesaria para que busquemos soluciones y pongamos consciencia cuando nos movemos en el más absoluto caos.

Estoy segura de que para muchos de los que se transitan entre tinieblas buscando ayuda para el desasosiego ha aparecido en su vida cuando las extrasístoles entraron en escena, ellas serán esa chispa que consiga que finalmente nos encendamos por dentro y nos motivemos cada día, haciéndonos sentir profundamente conectados.

El espacio lo llenamos cada uno de nosotros, y quizás nuestra luz ya no se reparta de la misma manera. Las extrasístoles son una llamada a dirigir la mirada a nuestros corazones, a sentir dentro de ellos, y a fluir.

Ser y estar. Vivir en coherencia. Buscar nuestra paz y dar paz a los demás.

Las extrasístoles pueden darnos la llave que nos ayude abrir el corazón y los brazos a todo lo bueno que aún queda por venir.

EXTRASÍSTOLES DEL DESTINO

Siempre digo que las extrasístoles han sido mis grandes maestras, y que les estoy muy agradecida. Precisamente porque aparecieron en mi vida, bajé a los infiernos del ser, para encontrarme.

Sé que a muchos de vosotros os sonará extraño e incluso, increíble. Lo entiendo. Tal vez no lleváis con ellas demasiado tiempo y todavía os encontráis en la fase en la que no las podéis soportar y no pensáis en nada que no tenga que ver con ellas. O quizás sí que habéis caminado a su lado ya durante algún tiempo, pero seguís en esa etapa obsesivo-compulsiva sin poder aún acallar los pensamientos que os dicen que seguro que os ocurre algo malo por el hecho de tener esos latidos extra, o que menuda faena que la extrasistolia sea lo que os haya tocado en la lotería de la vida.

Pero en algún momento, seréis capaces de dar un paso atrás y mirar la situación con distancia. Depende de lo que trabajemos en nosotros mismos, tardaremos más o menos en ganar perspectiva. Cuando ese momento llega, lo que podemos ver es todo lo que hemos aprendido y avanzado. Gracias a las extrasístoles hemos aprendido a sentir emociones muy incómodas. Hemos desarrollado mucha resistencia al sufrimiento y a la adversidad. Hemos aprendido que los momentos buenos y los malos, pasan. Hemos aprendido que somos capaces de soportar más de lo que creemos, mental y físicamente. Hemos aprendido lo que es una obsesión. Hemos aprendido sobre la ansiedad y lo que nos la provoca. Hemos aprendido sobre nuestros miedos más profundos, y hemos conseguido conocernos un poco mejor. Hemos aprendido sobre nuestros pensamientos, sobre nuestra mente y sobre nuestra fisiología. Hemos aprendido que nuestros corazones son fuertes. Hemos aprendido que podemos estar tranquilos y tener paz en cualquier situación. Hemos aprendido que estamos en control de lo que pensamos y sentimos. Hemos aprendido que para que cualquier cosa mejore, no tiene que cambiar nada fuera de nosotros. Hemos aprendido que hemos venido aquí precisamente a aprender. Hemos aprendido que todo lo que nos encontramos en el camino, son las pruebas que necesitamos para llegar a ese conocimiento. Hemos aprendido que nada puede apagar nuestra luz. Hemos aprendido que no podemos controlar lo que nos pasa, pero sí cómo estamos nosotros con lo que nos pasa.

La extrasistolia era justo lo que necesitábamos. Y si de alguna manera, hubiésemos sido capaces de hacerla desaparecer con un medicamento mágico, la universo nos habría traído otra circunstancia distinta, que a modo de piedra en el camino, nos obligara a hacer el aprendizaje que hemos elegido para esta vida.

Si todavía no tenéis consciencia de todo lo que habéis crecido gracias a las extrasístoles, esperad un poco. Y cuando tengáis ganas, recordad en qué condiciones llegasteis a ellas, y reflexionad sobre el punto en el que estáis ahora.

Las crisis traen tremendas sacudidas, pero también profundos cambios e incluso renacimientos.

CON LAS EXTRASÍSTOLES ME BASTAN MIS PENSAMIENTOS

Cuando llevas sufriendo extrasistolia una temporada, y escuchas por primera vez que lo único que tiene que cambiar para que te sientas bien, son tus pensamientos sobre tus extrasístoles, te parece una broma de mal gusto. Piensas que la persona que te lo dice no sabe de lo que habla, o mejor dicho, no sabe de lo que hablas tú, que las sientes. Y te reafirmas en tu pensamiento:

  • No, lo que tiene que pasar no es que yo cambie nada, es que estas malditas extrasístoles se vayan, que el cardiólogo me de una solución, ya sea medicación, dieta, instrucciones o algún tipo de pauta de comportamiento que yo pueda seguir a rajatabla (porque lo haré sin dudar), para que este -problema-, porque ES un PROBLEMA, se RESUELVA.

Pero quizás después te das cuenta de que la persona que te dice que lo único que tiene que cambiar son tus pensamientos, a lo mejor sí que ha pasado por lo mismo que tú. Tal vez sí que tuvo o tiene extrasístoles. Y existe la posibilidad remota, de que lo que te cuente, sea cierto. Cuando das una oportunidad a creer en este nuevo abanico de posibilidades, cuando haces espacio a estos pensamientos nuevos, de pronto, se abre una puerta.

Puede que ahora mismo no lo veas, pero es una puerta de luz. Y al otro lado te espera una experiencia distinta, y el fin de tu lucha contra las extrasístoles y de tu agotamiento y dolor por su causa. Sí, a algunos nos lleva algún tiempo atrevernos a mirar lo que hay tras la puerta, y tomar la decisión de cruzarla. Habrá quienes no quieran hacerlo, y no lo hagan nunca, y no pasa nada. Son decisiones personales, y todo está bien, no hay nada que juzgar; se trata de caminos y aprendizajes de vida distintos. El que se atreve y el que no, ambos están haciendo lo que han venido a hacer.

Lo que es seguro es que ninguno de los que hemos cruzado esa puerta luminosa, nos hemos arrepentido.

LA CÁRCEL DE LAS EXTRASÍSTOLES

Hace algunos días, me topé con esta frase de Nietzsche: -TODA CONVICCIÓN ES UNA CÁRCEL-.

Y automáticamente me vinieron a la mente muchos de los pensamientos que tenemos en esa primera fase temporal de nuestra extrasistolia, en la que no levantamos cabeza:

  • No puedo hacer ejercicio cuando tengo extrasístoles, por si me da un infarto o se me desencadena una arritmia
  • Debo evitar todo lo que me provoque extrasístoles (situaciones, comidas, personas), porque cuando las tengo, estoy en peligro
  • Cuando tengo extrasístoles no puedo trabajar, ni realizar tareas que requieran concentración
  • Salirme de mi rutina, alejarme de mi barrio, de mi hospital o incluso de mi casa, supone exponerme a un situación de riesgo, porque puedo tener extrasístoles en cualquier momento

Porque como consecuencia de pensar estas cosas, sentimos miedo, angustia o ansiedad, y lo que hacemos entonces, es dejar de hacer ejercicio o deporte, abandonar las comidas, reuniones, eventos o personas que relacionamos con las extrasístoles, posponemos reuniones de trabajo o con clientes, o pedimos que alguien nos sustituya en ellas, evitamos o dejamos para otro momento las tareas que consideramos importantes realizando el mínimo para -sobrevivir-, y renunciamos a viajes, actividades, planes o escapadas para limitarnos a permanecer en esa zona en la que nos encontramos seguros.

Cuando tenemos estos pensamientos y los consideramos verdades absolutas, cuando se convierten en convicciones, suponen una auténtica cárcel construida por nosotros mismos.

HUMOR FRENTE A LAS EXTRASÍSTOLES

Al principio, cuando estamos en lo más hondo de las profundidades oscuras y cavernosas, cuesta creernos que vayamos a ser capaces de introducir cualquier atisbo de humor en todo lo que se refiere a las extrasístoles, o mejor dicho, a nuestra vida con extrasístoles.

Absolutamente todo nos resulta complicado y hasta las tareas pequeñas y rutinarias requieren de un esfuerzo ímprobo por nuestra parte; podría decirse que necesitamos valernos de una fuerza que no tenemos. No disfrutamos de nada, ni siquiera de lo que antes nos entusiasmaba; nuestra ilusiones parecen haberse desvanecido entre extrasístoles y sus correspondientes pausas.

Sin embargo, el humor está siempre ahí a nuestra disposición, para hacer más liviana la tensión que creamos con nuestros pensamientos en bucle. Cuando somos capaces de hacer bromas con respecto a la situación que vivimos, y nos atrevemos a reímos de nosotros mismos, las cosas empiezan a relajarse; algo comienza a cambiar.

Es recomendable atacar el problema por todos los frentes, y el humor y la risa son herramientas que están siempre a nuestro alcance. Quizás sean unos pequeños toques de humor negro con un amigo, que llegan de manera inesperada como un regalo: un espacio de conexión compartida que surge para elevar nuestra vibración. Estos breves momentos que creamos nos ayudan a tomar distancia y a salirnos de nuestra película de terror mental. Son, en el fondo, diminutos pensamientos nuevos que intercalamos entre las escenas de nuestro drama, que crean emociones positivas y distintas del tono general que por defecto tiene el largometraje en el que llevamos tanto tiempo trabajando.

Puesto que queremos cambiar nuestra película, cuanto más la interrumpamos con estas notas de humor, mejor. Vamos por buen camino y si trabajamos de manera consciente, estamos ya creando la obra cinematográfica que de verdad y con intención, queremos para nuestra vida. Cuando nuestra mente está ya ahí, sólo es cuestión de tiempo que los resultados se materialicen.

¿Necesitas ayuda con tus extrasístoles? Apúntate a mi lista de correo en http://www.pensandoconintencion.com

BAILAR BAJO UNA LLUVIA DE EXTRASÍSTOLES

En lo que respecta a las extrasístoles, se trata de aprender a bailar bajo la lluvia.

Pensamos que -tenemos que curarnos-, que tienen que desparecer, que el médico de cabecera o el cardiólogo tiene que darnos algún tipo de remedio o medicación para que nuestro corazón deje de dar esos brincos locos de patrón irregular que nos llevan de cráneo… en definitiva, que la tormenta debe amainar, y sí, lo hará, pero no hasta que hayamos aprendido a bailar bajo la lluvia.

Y esto quiere decir aprender a estar tranquilos sintiendo extrasístoles a todas horas, día y noche, siendo capaces de continuar con nuestras vidas funcionando y a pleno rendimiento.

Antes de que el temporal que se está produciendo en el exterior, cese, debemos hacer el trabajo de controlar nuestra tormenta interna. Cuando en nuestro interior, las cosas se relajen, veremos el reflejo en el exterior, y las extrasístoles, también lo harán.

Llegar a esa paz es nuestro cometido. Y debemos buscarla sin prisa, aceptando la situación (que hoy por hoy es la que es, con extrasístoles e inmersos en profundas emociones de miedo y tristeza), soltando, intentando dejar de controlarlo todo y en especial nuestro cuerpo, nuestras sensaciones físicas y nuestras emociones en curso, haciendo lo que tenemos que hacer en cada momento sin que nuestra mente nos robe el presente y se escape hacia potenciales futuros catastrofistas en los que las extrasístoles nos terminan matando o sumiendo en una profunda depresión.

Éste es el camino, ocuparnos ahora de poner en nuestra mente los pensamientos que nos van a ayudar a construir poco a poco, y paso a paso, sin preocuparnos por el resultado final, que llegará sólo, y será un éxito seguro.

LA LOCURA DE LAS EXTRASÍSTOLES

Creo que puedo decir que gran parte de los que vivimos con extrasístoles, nos hemos preguntado en alguna ocasión si estamos en nuestro sano juicio. Cuando los pensamientos que rondan constantemente nuestra cabeza son monotemáticos, y se nos antoja estar rozando la obsesión, la sensación de pérdida de control es absoluta, y la realidad parece alejarse de nosotros.

Por otro lado, es precisamente el patrón aleatorio de nuestras extrasístoles, lo que nos genera pensamientos catastrofistas, y consecuentemente, un absoluto desasosiego.

Querríamos entenderlas. Querríamos predecirlas. Y por supuesto, querríamos poder controlarlas.

Si nuestro cuerpo fuera el mundo, la vida real, las extrasístoles serían esos locos que lo pueblan. Y por supuesto que nos asustan, porque como dice Tim Burton, esa completa exención de las convenciones sociales, es lo más aterrador que podemos imaginar. Sabemos que una persona en su sano juicio no va a atacarnos, pero, ¿qué puede hacer una persona que vive en un delirio continuado? No tenemos ni la más remota idea de cómo puede comportarse cuando nos crucemos con ella, y nuestro cerebro, en su afán protector, identifica en el sujeto, una potencial amenaza.

Nuestro trabajo será cuestionar esos pensamientos. ¿Acaso todas las personas cuya mente divaga en una realidad paralela son agresivas? ¿Qué posibilidad real hay de que nos agredan? Las estadísticas nos mostrarán una probabilidad ínfima. Seguramente ni siquiera interaccionaran con nosotros en el hipotético caso de que nos cruzásemos en una calle.

Lo mismo ocurre con las extrasístoles. ¿Qué posibilidad real existe de que nos hagan daño? Una tan minúscula que resultaría ridícula. Podemos elegir dejar de verlas como una amenaza. ¿Por qué? Pues porque si no, los que acabamos presos de la locura y viviendo en una realidad delirante somos nosotros mismos. Nosotros terminamos siendo nuestra peor amenaza.

POSIBILIDAD INFINITA EN LAS EXTRASÍSTOLES

Y no hablamos de la posibilidad de que las extrasístoles desaparezcan, que también. No seré yo la que diga que algo no es posible. Aunque cuando me pedís opinión, siempre digo que bajo mi punto de vista, llegan para quedarse, y no desaparecen. Pero sí creo que son capaces de abandonarnos durante largos períodos de tiempo, pudiendo contarse por años, para algunos afortunados.

Pero no me refiero a eso. Me refiero a la posibilidad de quedar totalmente liberado del peso de las extrasístoles. Lo cual es aún mejor que el hecho de que desaparezcan. Si llegan a no importarnos en absoluto, si conseguimos sentir indiferencia con respecto a ellas, seremos libres del todo, porque no nos importunará ni siquiera el pensamiento de que puedan volver a aparecer. Y porque además, si hemos conseguido lograr semejante proeza con las extrasístoles, habremos aprendido la técnica para aplicarla a cualquier otro aspecto de nuestra existencia. Estaremos preparados para enfrentarnos a cualquier cosa que la vida nos ponga por delante. Aceptaremos nuestras cartas y jugaremos nuestra mejor partida, en vez de rebelarnos contra lo que no se puede cambiar, y siempre ha estado fuera de nuestro control.

Y como consecuencia, se abre la posibilidad infinita para todos nuestros deseos, para todos nuestros proyectos, y para que dediquemos toda nuestra energía física y mental a lo que realmente nos importa.

CAMBIAR DE OPINIÓN SOBRE LAS EXTRASÍSTOLES

El secreto no es otro. Al igual que reconocemos que existe sabiduría y madurez al modificar nuestra opinión con respecto a cualquier otro asunto, también podemos apreciar nuestra evolución personal al ser capaces de crear espacio en nuestra mente para otras hipótesis en lo que respecta a las extrasístoles.

Seguramente en el pasado había una persona a la que no podríamos soportar, y años después, nos hemos dado cuenta de que es alguien interesante, de quien podemos aprender y cuyas experiencias también pueden enriquecernos. Nos puede pasar con un deporte, con una comida, con una actividad, con cualquier aspecto de nuestra existencia sobre el que podamos emitir una opinión.

Podemos realizar el mismo proceso con las extrasístoles. Si ahora pensamos que es lo peor que nos podía tocar en la tómbola de la vida y que no vamos a ser capaces de vivir con ellas, no tenemos por qué descartar que en un momento dado, antes o después, nuestra opinión sobre ellas cambie, y terminemos creyendo que no tienen ninguna importancia, y que se puede vivir con ellas, como con cualquier otra molestia o sensación corporal.

¿Cómo queremos mostrarnos frente a las extrasístoles? ¿Necios y testarudos o sabios?

La elección es nuestra.

¿Tienes extrasístoles? Apúntate a mi lista de correo. Link en perfil.

Y CON LAS EXTRASÍSTOLES ME DI CUENTA

Llevábamos dos sesiones hablando de sus extrasístoles, y en la tercera, se dio cuenta de que las extrasístoles no eran el problema. Me contaba que de pronto, había entendido que antes de las extrasístoles había otro motivo de obsesión, preocupación y miedo, y estaba viendo asomar la cabeza y aproximarse el siguiente tema que iba a tomar el relevo a las temidas extrasístoles (por cierto, no tan temidas ya, no me volvió a hablar de ellas).

Con esta revelación, llegaron nuevas emociones que procesar, por supuesto. Poco a poco vamos quitando capas, vamos tirando del hilo y llegando a donde tenemos que llegar para conocernos mejor a nosotros mismos, para aprender lo que hemos venido a aprender y para convertirnos en personas un poco más sabias.

No es casualidad que estés leyendo estas líneas. Si tienes extrasístoles, apúntate a mi lista de correo.