Nos esforzamos por buscar lo que creemos mejor para nuestros hijos. Queremos que nuestros hijos sean felices, ante todo.
Les organizamos planes divertidos, invertimos en su educación, les compramos ropa y juguetes (¡seguramente no nos cabe un juguete más en casa! Y es posible que las abuelas tengan algo ver, sí).
Quizás no nos hayamos planteado nunca que el mejor regalo que podamos hacer a nuestros niños, es nuestra propia felicidad.
Si como padres, sólo nos centramos en los hijos, y no nos cuidamos nosotros, ni nuestros intereses, muy posiblemente terminaremos necesitando que nuestros hijos estén siempre contentos, para estar bien nosotros.
Y esto es complicado para un niño, porque probablemente sienta la presión de tener que estar siempre feliz, para hacer feliz a sus padres.
Tal vez prefiramos estar siempre ahí para nuestros hijos, y que ellos sientan que pueden contarnos cualquier problema, porque no nos vamos a derrumbar.
Los niños también tienen que aprender a experimentar las emociones incómodas, y seguramente si nos pregunten, prefiramos que nuestro hijo nunca esté triste o decepcionado. Sin embargo, como realmente le ayudaremos, es, si desde pequeño le vamos enseñando que es parte de la vida, y le damos las herramientas para aprender a gestionar sus emociones. Lo que no aprenda de pequeño, le costará más aprenderlo de adulto.
Y los niños no hacen lo que les decimos, sino lo que hacemos.
Quizás lo mejor que podamos darles, realmente sea nuestro propio ejemplo, siendo adultos responsables de nuestras propias necesidades y de nuestras propias emociones.
#hijos #educacionemocional #bienestar #saludmental #ansiedad #GAD #extrasistoles #coaching #reflexiones #pensamientos #brookecastillo
