Si queremos empezar a desmontar las creencias que tenemos sobre la preocupación, el primer paso es identificarlas. No resulta sencillo, porque nos parecen verdades absolutas. Puede que nos hayan acompañado gran parte de nuestra vida.
¿Pensamos tal vez, que la preocupación nos va a volver locos?
¿Perderemos el control si no mantenemos la preocupación bajo registro?
¿Creemos no tener control sobre nuestras preocupaciones?
¿Quizás la preocupación hace que ocurran cosas malas?
¿Pensamos que la preocupación nos ayuda a solucionar problemas?
¿Estamos convencidos de que la preocupación nos ayuda a motivarnos?
¿Al preocuparnos, nos preparamos para cuando ocurran acontecimientos dolorosos?
¿Nos preocupamos para evitar que pasen cosas malas?
Al preocuparnos, ¿demostramos que nos importa aquello por lo que lo hacemos?
¿Creemos que si nos preocupamos por cosas buenas, entonces no sucederán?
O al revés, ¿pensamos que si nos preocupamos por cosas malas, entonces ocurrirán?
¿La asociamos a la importancia? ¿Si nos preocupamos, entonces el asunto es importante?
¿Creemos que si pensamos en algo, debemos hacerlo hasta dejarlo resuelto, sin dejar cabos sueltos?
¿Pensamos que debemos resolver el problema, ahora mismo y perfectamente?
Tal vez queramos identificar cuáles son nuestras propias reglas sobre la preocupación, y empezar a cuestionárnoslas. Iremos poniendo ejemplos concretos que nos ayuden a desmontarlas una a una.
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