Las extrasístoles, sin lo pensamos, son algo externo que queremos controlar. Como cualquier otra cosa que se os ocurra. Son nuestras circunstancias. Pero, es que no podemos controlarlas. Sólo podemos controlarnos nosotros mismos. Hacerles a las extrasístoles más o menos caso, o decidir lo que vamos a pensar sobre ellas. La historia que nos venimos contando cada uno de nosotros.
Muchas veces nos obsesionamos. ¿Lo habéis notado? Nuestro cerebro necesita algo en lo que concentrarse. Nuestra válvula de escape. ¿Qué estamos haciendo ahora? ¿Qué proyecto tenemos? Y ya aparecen ellas para fastidiar.
¿Y qué nos decimos entonces? ¿Soy un desastre? ¿O tal vez, yo puedo ayudar a la gente con esto que estoy haciendo?
La vida consiste en elegir en cada situación la frase que queremos. Por ejemplo: voy a hacer un esfuerzo por ayudar a los demás, y voy a dejar de prestarme tanta atención a mí misma. Toda este ruido de mi cabeza me impide hacerlo.
Nos liberamos cuando aceptamos nuestra imperfección. Si imaginamos que nos encontrásemos con el humano perfecto, seguramente no confiaríamos en él. Lo miraríamos con recelo. Una infancia perfecta no es real. Nuestra humanidad tiene fallos. Y las extrasístoles forman parte de nuestra humanidad. Y puede que quizás, gracias a ellas, o a lo que consideramos nuestra imperfección, toquemos el corazón de algunas personas.
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PENSANDO CON INTENCIÓN 