Pensemos en alguien con quien no nos llevamos bien. Jefe, pareja, suegra, hermano.
¿Nos reconocemos en alguno de estos supuestos?
– La relación nos suscita indiferencia. Escondemos la cabeza en la arena, nos ocultamos y no creamos ningún tipo de conexión.
– Miramos por nosotros mismos, y exigimos, gritamos, contestamos de mala manera, reclamamos lo que pensamos que nos corresponde.
– Decimos que sí a todo para evitar el conflicto, hacemos lo que la otra persona quiere para agradarla, pasando por encima de nosotros mismos. Nos sentimos violentados.
– Estamos ya en otro nivel, engañando, y haciendo una vida paralela. Tenemos una aventura o estafamos a nuestro jefe y buscamos otro trabajo.
Seguro que me diréis que es objetivamente una persona de trato difícil, porque ha hecho o dicho esto y aquello. Pero recordemos que sólo nuestros pensamientos provocan nuestras emociones. Da igual lo que la otra persona haga o diga, siempre somos responsables de lo que sentimos. Y siempre es por lo que hemos pensado. Sólo nosotros podemos crear nuestras emociones.
Si no nos hacemos responsables de nuestros pensamientos, estamos dejando en manos de los demás nuestro estado emocional.
¿Querríamos darle todo el poder sobre cómo nos sentimos precisamente a esa persona con la que tanto nos cuesta entendernos?
Probablemente sea la última persona del planeta a la que se lo daríamos.
Para mejorar una relación, sólo es necesario que cambie una parte. Y la única que podemos cambiar, es la nuestra.
Empezamos por darnos cuenta de lo que hay ahora en nuestra cabeza. Y de los pensamientos que nos surgen cuando actúa esa persona. Iremos observando qué pasa por nuestro cerebro, y la reacción que tenemos. Y comprobaremos que somos responsables, que podemos cambiar lo que queramos y dejar de ser víctimas.
¿Cómo queremos ser nosotros en esta relación?
Tal vez nuestra pareja no saca la basura. Enloquecemos. Quizás nos demos cuenta de que atribuimos un significado a esto: no le importa nuestra familia.
¿En serio? A lo mejor sólo le da pereza.
¿Y si dejo de pensar así?
No hay relación mala, sino mentes mal gestionadas. Seguiremos hablando.
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