A menudo nos reconocemos sintiendo impaciencia. Tenemos prisa por llegar a ese momento en el que hemos perdido el peso que nos sobra, por casarnos o tener un hijo, por lograr ese ascenso, por tener más dinero ahorrado, o por hacernos esa intervención de cirugía estética.
Y esa impaciencia se origina, como toda emoción, en nuestros pensamientos.
Seguramente hemos pensado que seremos más felices cuando consigamos nuestro objetivo, o algo por el estilo. Sin embargo, cuántas veces nos ha pasado, que conseguimos lo que queremos, y al poco tiempo, nos sentimos como al principio (según esta teoría, toda la gente famosa que aparentemente lo tiene todo, debería ser súper feliz, y no es así). Y entonces buscamos otra cosa que desear, porque esta vez sí que todo será distinto cuando la consigamos.
El problema es que nos creemos que las cosas externas a nosotros, las circunstancias, son las responsables de nuestras emociones. Pero no es así. Son nuestros pensamientos (por fin he entendido aquello de que la felicidad hay que buscarla dentro de uno mismo).
Y la experiencia humana es siempre una combinación de emociones positivas y negativas (como decíamos, no tiene sentido querer estar alegre todo el tiempo, porque, porque ejemplo, ante un abuso, seguramente no elegiríamos sentir alegría).
Es estupendo fijarnos objetivos y conseguirlos, pero siendo conscientes de que nuestra experiencia humana -la vida- será la misma una vez lleguemos a la meta.
#impaciencia #ansiedad #coaching #saludmental #extrasistoles #objetivos #insatisfacción #reflexiones #pensamientos
