A algunas personas les gusta un mar en calma. A otras, un mar embravecido.
A veces hemos intentado gustar a los demás, modificando lo que somos. Intentando así controlar lo que piensen sobre nuestra persona (por ejemplo, intentado que nuestros hijos se comporten, vistiendo de una determinada manera, diciendo lo que toca decir, etc.).
Como si fuéramos un mar en calma que se esfuerza por crear oleaje en sus aguas, para gustar a la gente que hace surf.
Quizás hemos conseguido gustar a más gente, y momentáneamente nos hemos sentido bien, porque los humanos necesitamos sentirnos aceptados, ya que es lo que en el pasado aseguraba nuestra supervivencia, la pertenencia a la manada.
Pero en realidad, quien les gusta no somos nosotros, sino una versión fingida de nosotros mismos. Terminamos por perder nuestra autenticidad, renunciamos a lo que somos. Si tenemos que gustarle a alguien, mejor que sea a nosotros mismos.
Imaginemos que alguien nos habla fatal de nuestra mejor amiga. Seguramente nos dé igual la opinión de esa persona, porque sabemos que nuestra amiga es fantástica. ¿Por qué no reaccionamos de la misma manera cuando alguien habla mal de nosotros? Podríamos decir, realmente me da igual lo que opinen los demás sobre mí, porque me gusta como soy.
Quizás soy un mar embravecido, soy intensa, soy directa, soy impertinente, y no soy diplomática. Pero la gente a la que gusto, le gusto por lo que soy. Y me gusto yo, que es lo más importante.
#opiniones #coaching
#ansiedad #extrasistoles #saludmental #reflexiones #pensamientos #autenticidad
