Es así. Es muy fácil para los que tenemos extrasístoles, pasarnos todo el día pensando en ellas, contándolas, vigilándonos, tomándonos el pulso y lamentándonos por la situación que tenemos.
Recordamos épocas mejores en las que no las teníamos, y evocamos con nostalgia las cosas que hacíamos, los miedos que no teníamos, las risas que echamos de menos y la despreocupación que recordamos en relación con nuestra vida pre extrasístoles.
Porque antes de las extrasístoles, éramos personas diferentes. Y ahora somos de otra manera. Las extrasístoles nos han cambiado.
Pero podemos decidir salirnos de este círculo vicioso, y volver a convertirnos en alguien distinto. Ni siquiera tenemos que volver a lo que éramos antes de las extrasístoles. Podemos resurgir como personas más fuertes y más sabias, que han aprovechado la experiencia de las extrasístoles para experimentar una profunda transformación.
¿Qué cosas queremos hacer en esta vida? ¿Qué estamos dejando de hacer cuando pasamos todo nuestro tiempo prestando atención a las extrasístoles? ¿Qué impacto queremos dejar por nuestra parte en este mundo? ¿A qué queremos dedicar nuestra energía? ¿Cuál queremos que sea nuestro legado?
Podemos trabajar en nuestros sueños mientras tenemos extrasístoles. No pasa nada. Las sentimos, son incómodas, sí, pero no nos impiden respirar, ni movernos, ni pensar. Quizás nos roben algo de atención, pero contamos con ello. Poco a poco iremos enseñando a nuestro cerebro que puede centrarse en otras cosas y cada vez nuestra atención en todo lo demás será mayor. Es cuestión de practicar, y de dar ese primer paso, que es siempre el que más cuesta.
Reserva una mini sesión de coaching de prueba conmigo y te cuento cómo puedo ayudarte con tus extrasístoles.
