Algunas veces la hipocondria o preocupación excesiva por nuestra salud parece surgir de la nada, sin ningún factor social o desencadenante que podamos identificar.
En ocasiones, se inicia con un ataque de pánico que desata nuestro miedo y hace que comencemos a centrarnos en determinadas sensaciones físicas y mentales que quizás, siempre hemos tenido, pero a las que nunca antes habíamos prestado atención.
Es curioso que muchos tengamos nuestra primera experiencia con la hipocondria -en distinto grado-, cuando las cosas nos están yendo bastante bien.
Puede que nos acabemos de casar, estemos disfrutando plenamente de nuestro trabajo, o nos encontremos en mitad de unas fantásticas vacaciones. O tal vez acabamos de tener un hijo, o un nieto, o justo nos hemos jubilado hace nada.
Apuesto a que todos a los que lo descrito anteriormente nos resulta familiar, hemos tenido un pensamiento del tipo:
– ¡Sería terrible si ahora me ocurriese algo que lo estropeara todo!
¿Habéis tenido alguna experiencia similar? ¿Os sentís identificados?
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PENSANDO CON INTENCIÓN 