EXTRASÍSTOLES Y SOLEDAD

El último libro que cogí de la biblioteca se titula «Evite ser utilizado», de Wayne Dyer.

Lo que más me hizo reflexionar fueron unas cuantas lineas en las que hablaba del concepto de -soledad existencial-. Quizás me llamó la atención porque hasta ahora había pensado que la experiencia humana es universal. Y hasta cierto punto, entiendo que es así. Todos somos humanos, todos tenemos un cerebro, y todos tenemos que lidiar con él y con los problemas que se nos plantean.

Sin embargo, creo que puede haber matices que definan la experiencia personal de cada uno de nosotros. ¿Cómo saber por lo que está pasando la otra persona? ¿Acaso alguna vez hemos sido capaces de -sentir- la emoción del otro? Podemos escuchar sus palabras describiendo lo que ha pensado y lo que ha sentido. Podemos interpretar sus gestos, su expresión y todo el conjunto de su lenguaje no verbal. Pero no podemos -sentir- junto con la otra persona. Podemos empatizar, y hasta sufrir con ella, pero el sufrimiento será nuestro, no del otro. Serán, en cualquier caso, dos experiencias distintas.

Y esto no quiere decir que no compartamos con los demás nuestra visión del mundo, nuestros pensamientos y nuestras emociones. Sinceramente, creo que es muy enriquecedor relacionarse y empaparse de la experiencia de los demás. En mi opinión, hay pocas cosas tan satisfactorias como la emoción de -conexión-. Pero ahora entiendo que incluso esa emoción, la sentimos -en soledad-. La complicidad, se siente en soledad.

Notamos en nuestro cuerpo la sensación física que nos provocan las extrasístoles. Y también las emociones que se generan para nosotros cuando tenemos pensamientos con respecto a ellas. Pero dentro de ese sentir general, cada cual vive su propia experiencia de las extrasístoles, de manera particular. El golpe en el pecho, la pausa compensadora. El miedo que sentimos cuando pensamos que nos va a pasar algo malo. Todo esto es bastante común, y en algún momento, creo que hasta podríamos decir que es algo universal para todos los que en algún momento de nuestras vidas, las hemos tenido.

Pero mi golpe en el pecho, mi pausa compensadora, y mi miedo, son míos. Y los tuyos, tuyos. Jamás podré estar en tu cuerpo para entender completamente tu experiencia, ni tú en el mío para comprender la mía.

Aún así, insisto, me encanta escucharos. Y contaros.

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Publicado por pensandoconintencion

Te ayudo a dejar de sufrir por tus extrasístoles. Porque hay otras cosas en la vida que merecen tu atención.

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