-Me da miedo perder el control-. Esto es lo que muchos decimos cuando nos preguntan por qué son las extrasístoles un problema para nosotros.
¿Y qué es exactamente -perder el control-? ¿Qué nos imaginamos que va a pasar cuando esto ocurra? En general, visualizamos dos escenarios.
En el primero, nos da un ataque de ansiedad. Tenemos taquicardia, muchas extrasístoles de todos los tipos, acopladas, en racha, no podemos respirar, fibrilamos, y finalmente, nuestras peores presagios se cumplen, y el ataque de ansiedad, nos mata (no hemos escuchado nunca que un ataque de ansiedad o de pánico, haya terminado con la vida de nadie, pero aún así, estamos convencidos de que esto es posible).
En el segundo, -perdemos el control- y montamos el numerito. Damos un espectáculo, y -avergonzamos- a los que nos rodean, y a nuestros allegados presentes en esos momentos. Pero, recordemos que no es posible que nosotros creemos emociones en las demás personas. Las emociones de los demás, dependen sólo de sus pensamientos. Si sienten vergüenza, será porque están pensando algo que les hace sentir vergüenza. Queremos controlar lo que los otros sienten, y eso es imposible. Podemos actuar de manera, a nuestro entender, impoluta, y aún así, la otra persona puede tener un pensamiento que le provoque vergüenza. Y a la inversa. Podemos hacer algo que nosotros consideremos totalmente fuera de lugar, y la otra persona no sentir vergüenza en absoluto, porque piense que es algo normal, o incluso una situación merecedora de toda la empatía o compasión. No tiene sentido pretender controlar las emociones de la gente; es sencillamente, algo que queda fuera de nuestro alcance.
Y en cualquiera de los dos supuestos, ¿por qué seguimos pensando que hay algo problemático en sentir una emoción? Tanto si es por nuestra parte, en relación al potencial ataque de ansiedad que queremos evitar, o por parte del resto de la humanidad (en este caso, que las personas de nuestro alrededor se sientan incómodas o avergonzadas).
Sentir emociones es algo natural y sano. Es parte de la experiencia humana, hemos venido a eso. Es nuestra forma de interpretar el mundo. Y no, ni una tristeza profunda ni un miedo intenso, va a matarnos. Nuestros cuerpos están preparados para sentir emociones. No son más que vibraciones que notamos en nuestro interior, a las que intentamos no prestar atención, porque de alguna manera, pensamos que hay algo malo en todo esto. Normal, porque hemos crecido escuchando: no estés triste, no tengas miedo.
La próxima vez que pensemos que vamos a perder el control, quizás podamos recordarnos a nosotros mismos que el control sobre los demás, nunca lo hemos tenido. A lo sumo, hemos podido tener un espejismo de control.
Y el control sobre nuestras emociones y pensamientos, lo tenemos siempre. Y además, lo tenemos sólo nosotros; nadie más lo tiene.
