Si lo miramos con perspectiva, la preocupación puede tener una cantidad extensa de efectos en nuestra vida, a menudo devastadores.
La preocupación es una carga.
Es como vivir cada día llevando el peso de nuestro propio mundo personal sobre los hombros.
La preocupación absorbe nuestra energía y nos deja en tensión.
Interfiere con nuestras vidas. Tenemos que planificar teniéndola en cuenta, cedemos ante ella, la acomodamos, y nos empuja a evitar situaciones en las que sabemos que empeorará.
Para algunos, quizás limite nuestro desarrollo profesional, afecte a relaciones personales y como consecuencia, veamos suspendidos algunos proyectos vitales.
Con frecuencia, estamos tan acostumbrados a llevar la carga de la preocupación, que se nos olvida el impacto que tiene en nuestras vidas.
Se ha convertido en un hábito dañino que ya ni siquiera percibimos.
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